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El planeta se enfrenta a una triple emergencia medioambiental ligada al cambio climático, la contaminación y la pérdida de la biodiversidad. Y, según advierte Naciones Unidas, estas tres crisis suponen una seria amenaza para la humanidad. “El mundo está incumpliendo sus compromisos de limitar los daños ambientales”, concluye un informe presentado este jueves. “Es tiempo de replantear nuestra relación con la naturaleza”, ha explicado António Guterres, secretario general de la ONU, en una videoconferencia de prensa desde Nueva York.
El informe presentado por Guterres ha sido liderado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) y pretende actualizar y sintetizar la información científica generada en los últimos años sobre los principales desafíos medioambientales a los que se enfrenta el planeta debido a la acción del hombre. Y las conclusiones son muy negativas: la Tierra se encamina hacia un incremento de la temperatura de al menos tres grados respecto a los niveles preindustriales; más de un millón de especies de animales y vegetales del mundo están en un peligro de extinción; y las enfermedades vinculadas a la contaminación causan cada año unas nueve millones de muertes prematuras. A todo ello el informe suma que “la degradación ambiental está impidiendo los progresos hacia el fin de la pobreza y el hambre”.
“Ninguno de los objetivos mundiales para la protección de la vida en el planeta y para detener la degradación de la tierra y los océanos se ha cumplido plenamente”, apunta el análisis del Pnuma. “La deforestación y la sobrepesca continúan”, añaden los autores, que también alertan de que la trayectoria actual de las emisiones de gases de efecto invernadero lleva a un incumplimiento claro del Acuerdo de París contra el cambio climático, que busca limitar el incremento de la temperatura media a entre 1,5 y dos grados. “Estamos destruyendo el planeta”, ha resumido Inger Andersen, directora ejecutiva del Pnuma. “La prosperidad de la humanidad está en riesgo”, ha añadido.
Punto de no retorno
Este informe se basa en los últimos estudios elaborados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) y la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), organismos científicos vinculados a Naciones Unidas. La ONU ha querido lanzar esta alerta al entender que 2021 debe ser un año determinante para lograr un cambio de rumbo. “Estamos cerca del punto de no retorno”, ha advertido Guterres, quien ha afeado a los Gobiernos que hagan más por “explotar” la naturaleza que “por protegerla”.
Este año se celebrarán varias citas internacionales y medioambientales importantes, como la cumbre climática que se desarrollará en noviembre en Glasgow (Reino Unido). Esta cita tuvo que retrasarse un año por la pandemia y, curiosamente, este retraso permitirá que EE UU, el país que más ha contribuido al calentamiento global a lo largo de la historia, pueda participar activamente en esas negociaciones gracias a la derrota de Donald Trump, que sacó a su país del Acuerdo de París y de la lucha internacional contra el calentamiento. Precisamente, este viernes EE UU regresará oficialmente al Acuerdo de París y la nueva Administración de Biden se ha comprometido a impulsar la batalla climática.
Guterres ha explicado que espera que EE UU vuelva a aportar la financiación climática que Trump retiró y que servía para ayudar a los países menos desarrollados a afrontar las consecuencias del calentamiento. Pero también ha señalado que Biden y su equipo deberían poner ya sobre la mesa nuevos planes de recorte de sus emisiones (conocidos por las siglas NDC) que impliquen “acciones inmediatas”. Por último, el secretario general de la ONU ha instado al nuevo Gobierno federal a que ayude a que la cumbre de Glasgow sea un éxito. A esa cita se debería llegar con el compromiso de todos los países de aplicar planes de recorte de emisiones de efecto invernadero más ambiciosos que los actuales.
“2021 debe ser el año en el que la humanidad haga las paces con la naturaleza”, ha apuntado Andersen. El informe presentado este jueves liga las inversiones para reactivar las economías afectadas por la pandemia y la necesidad de actuar contra esa triple emergencia ambiental. También pone en el punto de mira algunas contradicciones evidentes, como que los Gobiernos sigan dando subvenciones a los combustibles fósiles ignorando “los costes ambientales” e impulsando así “la producción y el consumo despilfarrador de energía y recursos naturales”.
Entre las medidas concretas que se proponen en el informe, además de la eliminación de esos subsidios a los combustibles fósiles, los autores apuestan por fijar un precio al dióxido de carbono para que se penalicen a las industrias más sucias. El análisis cifra en cinco billones de dólares anuales las ayudas públicas que reciben en el mundo los combustibles fósiles, la agricultura y la pesca no sostenibles, las energías no renovables, la minería y el transporte. Y se pide que parte de ese dinero se reoriente hacia actividades con bajas emisiones y “respetuosas con la naturaleza”. También proponen los autores “cambiar la fiscalidad” para “promover una economía circular que desvincule la prosperidad de la contaminación y favorezca la creación de empleo”. “Los planes de recuperación verde para las economías afectadas por la pandemia son una oportunidad irrepetible para acelerar la transformación”, ha concluido la directora del Pnuma.
Fuente: elpais.com