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NDC de Chile: el gran desafío del pequeño trecho

El impulso de Chile en materia climática, a pesar de los débiles resultados con que cerró la COP25 en Madrid, aún sigue vigente. Así se desprende del último análisis realizado por WWF a las contribuciones nacionalmente determinadas (NDC), cuya actualización el país presentó en abril pasado.

Esta presentación es una de las obligaciones establecidas en el marco del Acuerdo de París contra el cambio climático, y engloba los compromisos de reducción de emisiones de los países signatarios.

Bajo el rótulo de NDCs We Want, WWF está llevando a cabo un análisis de los compromisos que ya han sido actualizados, en base a una serie de criterios comunes, con el objetivo de promover su mejoramiento continuo y su monitoreo basado en ciencia, desde la sociedad civil.

Hasta el momento no son más de veinte países los que han presentado sus NDC actualizadas, y Chile fue el primero de Latinoamérica que ha cumplido con este trámite. Del total de actualizaciones, WWF ya ha aplicado su checklist a los compromisos de Japón, Noruega, Singapur, Ecuador y Chile. Para los nipones el resultado fue un lapidario NDC We Don´t Want (“Una NDC que no queremos”); en el caso de los escandinavos y Singapur, la calificación fue Some Way To Go (“Queda bastante camino por recorrer”). La NDC de Chile, en cambio, logró el rótulo de A short way to go (“Un corto trecho para llegar”), al igual que Ecuador, quedando a solo un paso de alcanzar la categoría de NDC We Want, es decir, se ubicó en el tercer nivel de un máximo de cuatro.

Los puntos positivos de la actualización chilena son varios, desde la reducción de emisiones en términos absolutos a la meta de carbono neutralidad al 2050. Esto, incluyendo aspectos muy destacables, como la inclusión del concepto de transición justa como parte de un pilar social y la integración de las llamadas soluciones basadas en la naturaleza.

Sin embargo, si bien estamos cerca, el trecho que queda para llegar representa fuertes desafíos. Lo principal es que la NDC pueda alinearse con el objetivo de 1.5°C, lo que aún no se ha logrado. También está la duda que representa la incorporación de plantaciones forestales de rápido crecimiento en las metas relacionadas a bosques, cuyo aporte en términos de captura y secuestro ha sido cuestionado en varios artículos científicos. Esto, debido a sus cortos ciclos de cosecha, riesgo de incendios, efectos en el agua y a que su destino principal es convertirse en celulosa.

Otra debilidad la genera el no haber incorporado las áreas protegidas terrestres como parte del aporte nacional tanto en términos de mitigación como adaptación, que son muy importantes y podrían ser mayores con un manejo efectivo, y una institucionalidad y un financiamiento apropiados.

Abordar y superar estas brechas es hoy un gran desafío, pero también una oportunidad ineludible, ya que en el actual contexto de crisis, esto puede marcar una hoja de ruta para una recuperación verde y justa de una sociedad cuya economía debe enmendar el rumbo. Porque previo al estallido social y antes de la pandemia, Chile ya vivía una crisis, visible en la falta de agua y en la biodiversidad que se encuentra amenazada o en peligro, entre otros aspectos, lo que medido en términos globales nos ha ubicado como el primer país latinoamericano en entrar en sobregiro ecológico este 2020.

En este contexto, la implementación de la NDC no es un requerimiento que entorpezca la reactivación, sino que una alternativa necesaria para un país altamente vulnerable a los efectos del cambio climático, que puede hallar en una reactivación verde y azul un nuevo impulso para avanzar hacia un desarrollo sostenible y equitativo.

Sabemos que el rol del Ministerio de Hacienda, como uno de los impulsores de la Coalición de Ministros de Hacienda por el Clima, será clave para hacer realidad la implementación de la NDC. No obstante, también es fundamental el rol de los actores no estatales que han trazado la iniciativa Race to Zero, que ya ha comprometido significativas reducciones de emisiones por parte del sector privado y los gobiernos subnacionales. La sociedad civil organizada y la ciencia tienen un rol en impulsar, monitorear y promover este proceso. Los ciudadanos, en tanto, completamos la ecuación para superar las brechas, ya que somos clave para la materialización de estos cambios a través de nuestras decisiones de estilos de vida, patrones de consumo y decisiones de voto.

 

COLUMNA DE OPINIÓN
Por Rodrigo Catalán, director de Conservación de WWF Chile

 

Fuente: WWF.CL

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