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Febrero 11, 2022Más de 100 funcionarios de Conaf y distintas brigadas de control siniestros están trabajando para acabar con las llamas que consumen bosques nativos y turberas, vitales en la conservación de carbono para el planeta. Según el alcalde de la comuna, Luis Barría, hasta ayer ya se habían consumido 400 hectáreas.
El voraz incendio en Timaukel, comuna de la remota provincia de Tierra del Fuego, continúa consumiendo cientos de hectáreas de bosques nativos. Ayer se cumplió una semana desde que las llamas comenzaron a destruir el austral ecosistema, considerado vital para enfrentar el cambio climático debido a la alta presencia de turberas, el mayor banco de carbono del mundo.
Pese al trabajo de decenas de brigadistas de la Conaf, del Ejército y de distintas compañías de bomberos que se han sumado durante los últimos días, los fuertes vientos que azotan al final del mundo -que ayer alcanzaron más de 100 kilómetros por hora- y el difícil acceso al lugar han complicado el combate del fuego, que ya arrasó con más de 400 hectáreas.
“Hemos vivido días críticos. Los fuertes vientos y la baja nubosidad han hecho que sea muy difícil sobrevolar la zona con los helicópteros y aviones que descargan agua, por lo que hemos debido concentrar los trabajos de forma terrestre”, explica Aída Baldini, gerenta de Prevención de Incendios Forestales de la Conaf.
Por ello, la labor de control del fuego se ha concentrado, primeramente, en generar cortafuegos de hasta 60 metros con maquinaria pesada, para evitar que las llamas aumenten su velocidad de propagación, debido a la densa vegetación existente, sin embargo, muchos de estos se han visto sobrepasados, complicando aún más el trabajo de contención.
“La brisa magallánica ha soplado de sur a norte, entrando desde el mar, y eso, además de impedir el sobrevuelo de los helicópteros o aviones con agua, hace que se originen o reactiven distintos focos, como fogatas, repartidas por todo el perímetro”, explica Mauricio Chacón, jefe de operaciones y logística del Parque Natural Karukinka, que colinda con la zona donde se desarrolla el incendio, perteneciente a la Forestal Russfin.
Según informa Conaf, hasta ayer en la zona trabajaban ocho técnicos, cuatro brigadas, tres bulldozer, un cargador frontal, una retroexcavadora, dos camiones aljibe, dos skidder, dos excavadoras, un helicóptero, un avión cisterna, una avión fire boss, un avión pesado (LAT C-130) y un helicóptero Super Puma (que esperaba mejores condiciones meteorológicas para poder despegar).
Además, 22 efectivos de la Brigada de Refuerzo de Incendios Forestales del Ejército (Brife), y dos carros y seis voluntarios de la Compañía de Bomberos de Porvenir también se encontraban trabajando. “Se están movilizando dos brigadas en apoyo interregional provenientes de la Región Metropolitana y del Biobío para continuar las labores de combate terrestre en el incendio, además de una brigada de CMPC y una brigada especialista de la Fundación Pau Costa”, profundiza Aída Baldini.
El alcalde de la comuna, Luis Barría, reconoce que su comuna nunca se había enfrentado a una emergencia como esta. “Ya van 400 hectáreas consumidas, esto es algo que de verdad nunca se había visto en la zona. Esperamos que las condiciones permitan que durante los próximos días se pueda controlar esto, porque el daño para nuestra comuna es muy grande”, indica.
Ya este entorno único se ha visto afectado por la invasión de castores, quienes han destruido bosques para generar sus represas, lo que ha afectado al ecosistema local.
Pero, además, la sequía que sufre Chile también ha afectado a la Región de Magallanes. Según el último Informe de Estados Hidrológicos de la Dirección General de Aguas (DGA), el déficit de precipitaciones en Punta Arenas es de un -18% en 2021, en comparación al promedio histórico.
“El cambio climático se ha notado mucho en esta zona. Vivo en Tierra del Fuego hace 43 años y este año, por primera vez, registramos temperaturas de 25 grados, lo que es muy extraño”, asegura Mauricio Chacón. Según su perspectiva, la falta de humedad y el exceso de material combustible, tanto de árboles cortados como de turberas más secas, han propiciado el avance de las llamas.
“Las turberas almacenan más carbono que los bosques, por lo que el carbono que se va a liberar de ellas es mucho mayor que un bosque quemado. Y lo peor es que apagarlas cuesta mucho más, porque, además, se quema a una profundidad de a lo menos cinco metros”, dice Melissa Carmody, coordinadora del Parque Natural Karukinka, que es administrado por la Sociedad de Conservación de la Vida Silvestre, WCS, por sus siglas en inglés.
El daño medioambiental que está sufriendo Tierra del Fuego, la isla más grande de Sudamérica y una de las más australes del mundo, aún es incalculable. Aunque aún el incendio se ha mantenido en el predio de la forestal Russfin, la amenaza porque se extienda al Parque Karukinka es latente.
Melissa Carmody, que además es bióloga especialista en medioambiente, explica que el daño aún es incalculable: “Los bosques de Tierra del Fuego son grandes masas de bosques subantárticos centenarios, poco fragmentados, que casi no han sido intervenidos por el hombre y que demoran entre 100 y 200 años en alcanzar su madurez, por lo que cada árbol que se pierde demorará, a lo menos, 100 años en recuperarse”.
Y, aunque parece algo menor, enfatiza en la gravedad de la pérdida de las turberas. “Pareciera que es poco 300 hectáreas quemadas, pero por cada metro de profundidad de turbera que se quema, estamos emitiendo toneladas de carbono. Si esto no se contiene, esto puede llegar a ser igual de grave que lo que pasó en Torres del Paine en 2011″, señala
Aunque menos perceptible, también existe una pérdida cultural en torno al incendio. Esto, porque toda el área de Tierra del Fuego es considerada como ancestral por las comunidades selknam de la zona.
Para Hem’any Molina, presidenta de la Comunidad Selk’nam, además de toda la vegetación, sus ancestros también quedarán reducidos a cenizas.
“Los selk’nam estamos muy ligados a la naturaleza, porque creemos en que nuestros primeros ancestros no murieron, sino que cuando decidieron descansar terminaron uniéndose a la naturaleza, transformándose en una montaña, un árbol, una estrella o cualquier ser de la naturaleza. La zona que hoy se quema es un lugar donde durante siglos han ido a descansar nuestros ancestros”, explica.
Mientras su comunidad realiza una cadena de oraciones y cánticos selknam para pedir lluvias en Tierra del Fuego, casi 100 personas trabajan para controlar las llamas.
Fuente: latercera.com